Organización Juvenil Comunista del Uruguay, antecedente de la UJC.
A poco de haberse concretado la fundación del Partido Comunista de Uruguay (PCU), comienza a plantearse en sus filas la necesidad de afianzar la formación de una organización juvenil comunista. El diario Justicia, al igual que en ocasiones previas y por otros motivos que hacían a la vida del Partido, fue relato vivo de los distintos llamados a formar un brazo juvenil partidario, el cual, en primera instancia, estaba representado por seccionales juveniles.
A finales del año 1922 se concreta la convocatoria del Congreso Constitutivo de la Organización Juvenil Comunista del Uruguay, el cual inicia sus sesiones el 10 de noviembre. Participaron once agrupaciones juveniles de Montevideo, Paysandú y Soriano, además estuvo presente una delegación de la Federación de Juventudes Comunistas de la Argentina. En las crónicas de Justicia se enumeran algunos de los aspectos tratados en el Congreso:
sobre las finanzas, sobre el apoyo a la organización de las juventudes comunistas de América, extender un saludo a todas las juventudes del mundo, a los trabajadores en huelga, y enviar una delegación para visitar a todos los presos por cuestiones sociales. Al tratar el proyecto de Estatutos, se resolvió nombrar una comisión para estudiar las modificaciones propuestas por las agrupaciones. (Justicia, 1922, en Yaffé, Carlos (2017). Sobre la fundación y desarrollo del PCU”, Montevideo, Ediciones PCU, p. 83.)
Otros de los elementos tratados fueron la incorporación de la juventud comunista uruguaya a la Internacional Juvenil Comunista, la creación de un comité de defensa de los presos políticos y la adhesión al comité de Socorro a Rusia.
Hasta su IV Congreso la Juventud Comunista de Uruguay mantuvo esta denominación, que cambiará por la de Federación Juvenil Comunista en su quinta instancia congresal.
En 1946 el Partido decide disolver la Federación. Los motivos principales fueron expresados a través del organismo de prensa, los cuales apuntaban principalmente a la coyuntura pre electoral y los avances reaccionarios que se vivían en el país luego de la Segunda Guerra Mundial.
El informe recalcaba la importancia de la defensa de la democracia y no permitir el avance pro-nazi y antipopular. Así, se define que el gran contingente de jóvenes comunistas integren el Partido creando los Comités Juveniles en pro de candidatos comunistas:
Estos Comités serán dirigidos por el Partido pero se formarán con la base de los mismos afiliados a la Juventud –junto con otros jóvenes afiliados ya al Partido-, tendrán como tarea central la lucha por las reivindicaciones juveniles en cada departamento, en cada barrio o localidad del interior. (Justicia, 1946, en “Yaffé, Carlos, Op. Cit., p. 86.)
Organizarse al estilo juvenil
La Unión de la Juventud Comunista (UJC) fue creada el 25 de agosto de 1955, en el marco de la celebración del XVI Congreso del PCU. El mundo atravesaba rápidas transformaciones, y el PCU no era la excepción. El XVI Congreso marca un mojón fundamental en la historia del Partido, entre cuyas consecuencias se cuenta la creación de la UJC, con la intención de impulsar la acción de los jóvenes en nuestro país.
Desde ese momento, la UJC creció de forma continua. Las protestas de 1958, producto de un país en crisis económica, conjugaron los reclamos sociales de los obreros con los estudiantiles, que reclamaban desde hacía décadas la autonomía y el cogobierno de la Universidad de la República. Sería durante este año que surge la ya histórica consigna “Obreros y estudiantes, unidos y adelante”. Sus decenas de integrantes iniciales se transformaron rápidamente en miles, que adquirieron gran protagonismo en la convulsionada década de los sesenta, al calor de la Revolución Cubana y sus aires de renovación y transformación. La solidaridad con la primera revolución socialista en nuestra América sería uno de los puntos identitarios de la militancia de los jóvenes comunistas, tal como lo demuestra la marcha desde Montevideo a Punta del Este en 1962, en ocasión de la Conferencia de la OEA que resolvió la expulsión de Cuba de la organización en acto de cobarde sumisión a los intereses del imperialismo estadounidense.
La magnitud de la juventud comunista en el ámbito de la enseñanza le permitió ser un actor principal de los movimientos de protesta que sacudían a un Uruguay que, tras el agotamiento del modelo industrializador del neobatllismo, sufría por primera vez en su historia las que se convertirían en las tradicionales recetas fondomonetaristas. El triunfo del Partido Nacional en 1958 y 1962 trajo consigo el desmantelamiento del Estado neobatllista, a la vez que promovió la libre importación y exportación de bienes y servicios, arruinando así a las industrias que luchaban por sobrevivir. Los años 1965 y 1966 marcarían el final de un largo proceso de unificación del campo popular, con la realización del Congreso del Pueblo en 1965 (y la consiguiente publicación de un programa destinado a enfrentar la dramática crisis que enfrentaba nuestro país) y la tan ansiada unificación del movimiento sindical en 1966 a través de la creación de la Convención Nacional de Trabajadores.
Si durante toda la década de 1960 la participación de los jóvenes comunistas en el movimiento estudiantil fue importante, esta fue clave en el ´68, año icónico puesto que marca la radicalización de la deriva autoritaria del gobierno colorado. El rol desempeñado por la UJC en las masivas movilizaciones realizadas durante este año fue central, liderando, al influjo de la revolución cubana, al movimiento estudiantil uruguayo. El 12 de agosto se produjo un episodio que marcará la historia: el asesinato de Líber Arce, estudiante de Odontología, por parte de las fuerzas represivas estatales. El impacto social de este homicidio fue gigante: se trataba del primer estudiante asesinado en la historia de nuestro país en manos del Estado. Lamentablemente no fue el único: tan solo un mes después fueron asesinados Susana Pintos y Hugo de los Santos. El creciente autoritarismo del gobierno pachequista no impidió que la juventud organizada continuará luchando por justas reivindicaciones, aún frente al endurecimiento de las medidas represivas y la justificación de las mismas por buena parte de los partidos Colorado y Nacional.
La aparición de grupos terroristas de derecha, como la Juventud Uruguaya de Pie (JUP), marca el cénit de la impunidad hasta este momento, con bandas armadas que, amparadas por la policía, circulaban por todo el país amenazando y atacando a los jóvenes de izquierda. Los ataques contra los jóvenes comunistas se sumaban a los que sufrían los diversos locales partidarios, así como los de Ediciones Pueblos Unidos. El asesinato de ocho obreros en el Seccional 20 el 17 de abril de 1972, a manos de grupos militares, policiales y paramilitares, es un claro ejemplo de la brutalidad con la que actuaba la derecha fascista ante el avance de las fuerzas revolucionarias en nuestro país.
La dictadura civil-militar intentó por todos los medios que tuvo a su disposición, con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, así como de los gobiernos de facto de los países vecinos, destruir cualquier intento de organización de la sociedad. El PCU y la UJC no fueron, lógicamente, la excepción a ello. La persecución y violación de los derechos humanos fueron la seña distintiva del Uruguay desde la asunción de Pacheco Areco hasta la restauración de la democracia en 1985. Las y los militantes comunistas resistieron de forma heroica ante los horrores cometidos por quienes ejercieron el poder de manera ilegítima durante estos años, aún siendo conscientes de lo que significaba hacerlo. Durante estos años la resistencia nunca cesó: buena parte de ello se explica por el relevo que hizo la UJC ante la situación de prisión que vivían muchos integrantes del PCU. Esto puede hallarse desde el propio momento del golpe, cuando la Huelga General paralizó al país durante 15 días, con multitudinarias manifestaciones de obreros y estudiantes, unidos en la lucha por la democracia.
Tras la dictadura y la persecución a los militantes comunistas, tanto el PCU como la UJC debieron reorganizarse, en un proceso arduo que se vio aún más complicado por el derrumbe de la mayor parte de los países del bloque socialista. Sin embargo, tras una compleja década de 1990 en la que el neoliberalismo pisó con mucha fuerza en toda América Latina, la UJC logró resurgir hasta volver a ser una importante fuerza en todos los ámbitos de nuestro país.
¡La Juventud Comunista continúa en lucha!
Como cuenta la anécdota de aquel 1986, el primer congreso de la UJC ante la apertura democrática (VIII Congreso), todos los jóvenes presentes cantaron: “Lo hacemos de noche, lo hacemos de día, este es el Congreso que el fascismo no quería”. La UJC continúa siendo un organización que ni el fascismo ni los sectores conservadores que van contra los intereses del pueblo uruguayo quieren. En última instancia, la lucha por la unidad, en el FA, el PIT-CNT, movimientos sociales, trabajando en la construcción de una alternativa popular con la participación de los jóvenes, es lo que aquellos viejos y nuevos fantasmas no quieren. Ante la dolorosa experiencia de quiebre de los noventa fue necesario un proceso de reconstrucción, sin embargo se continuó luchando contra la embestida neoliberal, en defensa de las Empresas Públicas y contra la reforma Rama en el ámbito de la educación. Este último punto, fue motivo de movilización de las gremiales estudiantiles con un trabajo constante de la UJC, militando por un gran 14 de Agosto que continuó con múltiples ocupaciones en liceos, UTUs y otras instituciones educativas, organizadas contra el proceso de mercantilización expresados en los contenido curriculares y financiamiento extranjero.
La UJC vivió en carne propia, como la mayoría de los uruguayos, la crisis del 2002 y la extensión de la solidaridad en tales condiciones.
En 2004 se da la victoria del Frente Amplio, que inicia una nueva etapa para nuestra juventud y el campo popular. Etapa distinta pero que continuaría forjando en la lucha a la juventud, comprometiéndose con la tarea de conseguir más derechos y organización, en avances en democracia. En ese proceso hubo una gran participación de la juventud uruguaya, consiguiendo la despenalización del aborto, matrimonio igualitario, y también posicionándose en contra de la baja de la edad de imputabilidad o el reciente proyecto punitivsta de seguridad “Vivir sin miedo”. Es de destacar también el aporte continuo a las victorias del FA en sus tres períodos de gobierno, militando a la par con miles de jóvenes uruguayas.
Son 65 años de la UJOTA, de miles de jóvenes, luchas, sueños, que intentaron ser aplastados y que aún tratamos de representar, banderas que siguen en pie. Los jóvenes de antes y de ahora, militando por la construcción de una sociedad sin explotados ni explotadores.
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* Extendemos un gran saludo a los y las camaradas de la Agrupación Ramón Peré. Siempre será un honor poder realizar aportes. Les transmitimos la felicidad particular que nos genera la oportunidad de escribir algunas líneas sobre la querida UJC. ¡Salud!
Bibliografía:
Aportes para la elaboración de una Historia de la UJC (2018). Montevideo, Cuadernos de Formación, Comisión Nacional de Educación de la UJC.
Mazzarovich, Gabriel (2013). Por siempre UJC. Disponible en: https://circulomishaujc.wordpress.com/2013/06/09/por-siempre-ujc-por-gabriel-mazzarovich/
Yaffé, Carlos (2017). Sobre la fundación y desarrollo del PCU”, Montevideo, Ediciones PCU.