Este artículo es un homenaje al Profesor Mario López, ex Inspector de Filosofía, quien sufrió persecución política e ideológica por parte del gobierno de derecha y ultraderecha que asumió el 1° de marzo de 2020 en Uruguay.
Los cursos de Filosofía y Crítica de los Saberes de Primer año de Bachillerato, creados a partir de la Reformulación 2006 de planes y programas de Secundaria, fueron una expresión del nuevo Uruguay progresista que estaba naciendo. Estos cursos tienen un rol fundamental en el desarrollo de una ciudadanía crítica. La diversidad de orientaciones que permite el Programa de la asignatura, y que ha estimulado la Inspección de Filosofía, es una garantía democrática para no caer en un servilismo ideológico en función de unos u otros intereses político-pedagógicos.
Dentro de esta diversidad es clara la orientación de la asignatura hacia la apertura de espacios crítico-reflexivos en las aulas de los liceos. Es decir, sin cercenar la libertad de cátedra, ni ideologizar los contenidos, en los cursos de Filosofía, se rescata una esencia democrática clave: la posibilidad y la necesidad de poner en común las ideas, dialogar sobre ellas, y nutrirse del acumulado histórico del pensamiento humano.
A su vez, el espacio de Crítica de los Saberes brinda la oportunidad de relacionar los contenidos programáticos con la cotidianeidad del estudiantado, el cual se educa informalmente con esos saberes que se generan en la dinámica social. Mientras que, por un lado, las sociedades tienden a fijar ciertas pautas de conducta y de pensamiento que le permiten funcionar normalmente, por otro lado, los problemas que surgen en el seno de esas mismas sociedades alimentan la crítica reflexiva de ese orden establecido. La Crítica de los saberes puede ser una herramienta interesante para tomar conciencia de lo naturalizado, y aportar al progreso de las costumbres y las ideas que comparte una sociedad.
Pero incluso este espacio puede aportar a relacionar las asignaturas del bachillerato y a superar la fragmentación del conocimiento. La experiencia docente puede permitir comprender la saturación estudiantil ante una plétora de materias, cada una con su especificidad pedagógico-didáctica, y por tanto evaluativa. Sin desconocer la importancia de las asignaturas, parece preciso reconocer la necesidad de tender puentes entre estas, tanto en materia programática, como a la hora de la evaluación del proceso de cada estudiante, y del estudiantado en general.
Como tercer elemento a destacar dentro de las potencialidades del espacio de Crítica de los Saberes, se encuentra la posibilidad, y quizás hoy en día, la necesidad, de realizar una profunda reflexión crítica de la relación de la humanidad con los aparatos tecnológicos, los cuales cada día aumentan su presencia en las más diversas esferas de la vida individual y social. La escasa difusión de un abordaje filosófico de esta era digital puede verse en la masiva banalidad de muchos de los contenidos que circulan en el mundo virtual. Incorporar el trabajo con las herramientas digitales no solo puede fortalecer la práctica didáctica, sino también apuntar a mejorar la calidad del contenido que se pone en circulación, y desarrollar la crítica de los mecanismos de manipulación mediática que hay, por ejemplo, detrás de las noticias falsas, o el fomento del miedo.
En síntesis, que exista una asignatura que interpele los hábitos y los pensamientos normales en nuestra sociedad, y en cierta medida en el mundo, refuerza la posibilidad de una ciudadanía que se apropie de su camino, y de un estudiantado que comprenda la importancia de la educación y el conocimiento en sus diferentes expresiones.
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*Profesor de Filosofía (IPA)