Breve bosquejo de la Revolución Rusa.  Prof. Alejandro Acosta*

Salvo por unos meses en 1871, durante la llamada Comuna de París, nunca antes se había producido la toma del poder por las clases trabajadoras con el objetivo explícito de terminar con el régimen capitalista y construir una sociedad socialista, concebida como primer paso hacia el comunismo.

Es decir, un proyecto social donde la mayoría explotada terminara con las desigualdades sociales, económicas y hasta políticas emergidas del capitalismo y asegurara efectivamente la igualdad a los seres humanos. Esta primera revolución socialista se produjo en una de las naciones más atrasadas dentro de las grandes potencias y fue uno de los procesos de mayor influencia en la historia a nivel planetario.

El ámbito rural

La vieja Rusia zarista estaba atravesada por contradicciones crecientes que debilitaban al régimen autocrático sostenido por la nobleza terrateniente y los grandes capitalistas.

En el campo persistían relaciones sociales muy parecidas al feudalismo medieval. A pesar de haberse decretado la liberación de los siervos en 1861, los campesinos seguían bajo el dominio de los terratenientes. Estos, que representaban 28.000 personas, eran dueños de 62 millones de desiatinas de tierra (90.320.000 hectáreas), es decir 3225 hectáreas por cada una en promedio,  mientras que a 10 millones de haciendas campesinas les correspondían solamente 73 millones de desiatinas (106.300.000 hectáreas), o sea 10,63 hectáreas en promedio. Por otra parte, existían decenas de millones de campesinos sin tierras que debían trabajar en condiciones miserables en las grandes haciendas de la aristocracia. Asimismo, el régimen fiscal agrario hacía caer todo el peso de los impuestos sobre los campesinos, dejando prácticamente libre de ellos a dicha aristocracia terrateniente.

Esta fuerte concentración de la tierra, que daba base al poder económico de los terratenientes, se complementaba con el predominio político sobre los campesinos a través del respaldo de la monarquía zarista hacia aquellos.

Implantación del capitalismo monopólico

Desde fines del siglo XIX, y a un ritmo superior a lo que había sucedido en otros estados europeos, se había desarrollado un capitalismo muy concentrado con grandes fábricas, minas y ferrocarriles que nucleaban a millones de obreros, debido en buena parte a la inversión de capitales franceses, ingleses, estadounidenses y alemanes.

Los monopolios extranjeros se habían apoderado de las ramas productivas más importantes. Llegaron a controlar el 90% de las inversiones en la minería, 42% en la industria del hierro, acero y máquinas, y el 50% en la química. Tres entidades monopolistas, “Shell”, “Oil” y “Nobel” tenían el dominio de la industria petrolera. Más de la mitad del capital básico de todos los bancos comerciales accionistas se guardaba en las cajas fuertes de siete bancos de Petrogrado.

En este cuadro el capital francés ocupaba el primer lugar con un 32.5% de las inversiones, siguiéndole el inglés con un 22.5% y el alemán con el 19%.

Esto motivó un nivel de concentración de trabajadores muy elevado por unidad productiva. Antes de la Gran Guerra, cerca de 3 millones de obreros se aglutinaban en los centros urbanos industriales, a la cabeza de los cuales estaba la fábrica de armas Putílov donde laboraban 40.000 obreros. El 41% de todos los obreros de Rusia trabajaban en grandes empresas con una plantilla mayor de 1000 operarios, mientras que en EE.UU. dicha proporción solo se daba en un 17%.Que el grueso de los obreros tuviera un cercano pasado campesino influía tanto en los reflujos marcados ante las derrotas como en su disposición explosiva para la lucha.

La burguesía

La burguesía rusa nunca tuvo una fuerza social y política equivalente a la de los países occidentales. Con las principales palancas industriales en manos del capital extranjero, ligada a éste y a la nobleza terrateniente por muchos lazos económicos, no se configuró nunca como una clase social con una "personalidad" clara y una vocación de poder decidida.

Sin capacidad de dirigir a la clase obrera, debido a la creciente independencia política de ésta, y distanciada de los campesinos, la burguesía intentará oponerse a la primera y aprovechar el conservadurismo de los segundos para alcanzar un gobierno que introduzca reformas liberales pero sin alterar el orden social.

El factor de la "Gran Guerra"

Embarcado en la “Gran Guerra”, o luego denominada Primera Guerra Mundial, el régimen zarista pretendía, como las otras potencias imperialistas, beneficiarse territorial y económicamente de los eventuales vencidos. Con un ejército atrasado técnicamente y una corrupta aristocracia que fungía de oficialidad, el aporte principal era la enorme masa de maniobra que representaban millones de soldados.

Sin embargo, hacia 1917 la economía rusa evidenciaba signos de extenuación y de bancarrota total. Se paralizaban muchas fábricas y talleres, y decrecía la producción industrial. La escasez y la especulación hacían estragos en el deteriorado nivel de consumo de la población.

Para marzo de aquel año los precios de los artículos de primera necesidad aumentaron enormemente. Según la Duma Municipal de Moscú, en esta ciudad había más comestibles que en Petrogrado, y por lo tanto eran más baratos. Los alimentos acrecentaron su precio, en relación a 1914, en un 556%, mientras que el Ministerio de Abastos del Gobierno Provisional informaba que artículos de primera necesidad, como la ropa, el jabón o el combustible lo habían hecho en un 1.109%.Se implantó el racionamiento de pan, el hambre se cernía sobre el país, aparecieron enormes colas a las puertas de las tiendas de comestibles y de las panaderías. La desorganización del transporte ferroviario acrecentaba el desbarajuste económico. La crisis de combustible era alarmante.

La ruina económica abarcó a la industria, al transporte y a la agricultura. De 9.750 grandes empresas, en los años de la guerra sólo trabajaron ininterrumpidamente 4.802, esto es, el 49.3%.En 1917 habían sido ya llamados a filas más de 15 millones de hombres, de los que más de 7 millones habían perecido a causa de los combates, el desabastecimiento, las enfermedades, etc. Esto creó una aguda falta de mano de obra en el campo. Casi un tercio de las haciendas campesinas quedaron sin brazos. La cosecha de los cultivos cerealistas más importantes (alimenticios y forrajeros) disminuyó en 26 millones de toneladas, reduciéndose el área de siembra.

Por otra parte, la guerra había sacudido hasta sus cimientos las finanzas del Estado. La deuda estatal de Rusia alcanzó en enero de 1917 la suma de 33.600 millones de rublos, de los que cerca de 8.000 millones correspondían a Inglaterra, Francia y Estados Unidos. Mientras tanto los gastos de guerra diarios se elevaron de 24.2 millones de rublos en 1915 a 69 millones en 1917.Caída del zarismo

La crisis económica, el descalabro militar que imponía alcanzar la paz y terminar con la sangría de vidas, una clase obrera que había desarrollado profundas experiencias políticas a partir de la revolución de 1905 junto a la inquietud creciente del campesinado pobre por el acceso a la tierra, desembocó en el rápido desprestigio del régimen zarista, visto cada vez más como un obstáculo para la mejora de la situación.

En enero de 1917, 250.000 obreros se declaran en huelga, y en febrero el número de huelguistas supera los 400.000. El 25 de ese mes se desata una huelga general y en pocos días se realizan manifestaciones y acciones de lucha que adquieren gran proporción entre obreros y campesinos. La mayoría de los soldados y marineros ya no responden al gobierno y se niegan a reprimir a los manifestantes. El 27 de febrero fue depuesto el Zar.

Dos poderes

En una situación peculiar a nivel del desarrollo histórico se configuran dos poderes paralelos. Uno, el Gobierno Provisional, que asume el control formal del Estado y representará a la burguesía, los terratenientes y la oficialidad del Ejército, encabezado por el príncipe Lvov. El otro, la formación de un nuevo tipo de poder, el de los soviets de diputados obreros y diputados soldados primero, y también de diputados campesinos después. El más importante fue el de la capital, Petrogrado, donde pronto se encontraron unificados obreros y soldados. En el primer congreso de los soviets de estos últimos va a emerger un Comité Ejecutivo Central (CEC) como su representante máximo.

El Gobierno Provisional no puede actuar sin el apoyo de los soviets, dado el papel principal que tuvieron las masas de obreros y soldados en el derrocamiento del Zar, por lo que se incorporará a su un representante del CEC, Kerenski. Asimismo, logrará la adhesión CEC, debido a que la gran mayoría de sus dirigentes son mencheviques y socialrevolucionarios, organizaciones convencidas de la imposible de una revolución socialista en lo inmediato, considerando necesario apoyar a la burguesía para establecer conquistas democráticas. Los bolcheviques, cuya mayoría de dirigentes habían sido recientemente liberados de prisión, regresaban del destierro en Siberia o del exilio en el extranjero, creen que los soviets deben asumir el poder plenamente. Pero son apenas una minoría y no nuclean más que unos pocos miles de afiliados, además dudan sobre los caminos a seguir. Será Vladimir Ílich Ulianov, Lenin, quien, una vez regresado de su exilio en Suiza en el mes de abril, intente unir al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) Bolchevique tras la idea de que solamente una revolución socialista en el futuro inmediato podrá dar al pueblo ruso lo que anhela: fin de la guerra, reparto de tierra a los campesinos y control obrero de las industrias, como forma de salir de la crisis.

Ya en el mismo momento en que arriba a la Estación Finlandia, luego del largo viaje en tren para retronar a su patria junto a otros revolucionarios, Lenin deja claro en sus primeras palabras, ante una multitud, cuál es su perspectiva para la revolución que se había iniciado:

Ya no está lejos la hora en que, al llamamiento de nuestro camarada Karl Liebkchnet, el pueblo volverá sus armas contra los capitalistas que lo explotan. La revolución rusa, hecha por vosotros, ha abierto una nueva era. ¡Viva la revolución socialista mundial!

Como ya señalamos, la caída del zarismo se había producido en un contexto de crisis económica agravada por la guerra (carestía, desocupación y hambre creciente), exigencia de reparto de tierras a los campesinos y agotamiento en el frente y la retaguardia por la prolongación de un conflicto bélico considerado inútil. La politización creciente de obreros, soldados, y con más retraso de los campesinos, se había expresado en la creación a lo largo y ancho de Rusia de los soviets.

Entre febrero y octubre de 1917 el Gobierno Provisional y el Comité Ejecutivo Central de los Soviets, dirigido por mencheviques y socialrevolucionarios, estarán cada vez más presionados por el reclamo popular de soluciones a la crisis alimentaria, acceso a la tierra a los campesinos pobres y jornaleros, y conclusión de la guerra mediante el establecimiento de negociaciones con las potencias beligerantes sin anexiones ni reparaciones económicas.

El Gobierno Provisional pronto iba a mostrar que en muchos aspectos era la continuación del zarismo, especialmente en su férrea decisión de continuar la guerra, tanto porque la aristocracia y la burguesía habían asumido las viejas apetencias territoriales del anterior régimen, como por su supeditación a las exigencias de las potencias aliadas (EE.UU., Inglaterra y Francia). 

Pero también se expresaba en otros aspectos sentidos por las clases populares. Frente a la exigencia obrera de que se sancionara la jornada laboral legal máxima de ocho horas, consigna levantada ya en la revolución fallida de 1905, el Gobierno Provisional sostenía que era inconveniente porque pretendía que los trabajadores produjeran el máximo posible para afrontar el esfuerzo de guerra.

Los campesinos pobres y medios reclamaban el reparto de tierras que debían ser expropiadas a los terratenientes, y en muchos lugares comenzaron a aplicar violentamente la resolución del Congreso de Campesinos de toda Rusia: "todas las tierras pasarán a ser de dominio público para ser explotadas y trabajadas de modo igualitario". Frente a esto, el Gobierno Provisional sostenía, en cambio, que el tema era potestad de una Asamblea Constituyente que debía reunirse para considerar todos los aspectos importantes de Rusia, la cual, al momento de la revolución de octubre, no había sido convocada. Asimismo, destacó tropas con el fin de impedir los repartos.

Agudización de las contradicciones

En los meses transcurridos entre febrero y octubre suceden acontecimientos que van a exacerbar aún más los ánimos. En marzo (abril) el ministro de asuntos extranjeros del Gobierno Provisional, alentado, por la entrada de los Estados Unidos en la Gran Guerra, convocó a una conferencia de prensa donde confesó abiertamente las ambiciones anexionistas sobre Turquía, Armenia, Austria y Persia, lo que provocó movilizaciones populares, dado que se evidenciaba la intención de continuar la guerra para obtener conquistas territoriales, y obligó al Soviet a oponerse firmemente, motivando la caída del ministro.

El 12 de junio, en el I Congreso de los Soviets de toda Rusia, la mayoría de mencheviques y socialrevolucionarios aprobó que la política sobre la guerra debía considerarse como un aspecto exclusivamente de estrategia militar que correspondía al Gobierno Provisional. En función de ese respaldo, éste ordenó, el 18 de junio, emprender una nueva ofensiva contra Alemania. Lo que derivó en un nuevo fracaso, ocasionando en 10 días 60.000 bajas entre muertos y heridos en el frente Sudoccidental. Esto provocó entre la mayoría de los soldados un mayor descreimiento respecto al gobierno, a la vez que acrecentó las desconfianzas en relación a quienes eran mayoría en el Soviet central.

El Gobierno Provisional culpó a la propaganda bolchevique antibelicista de la derrota militar, a la vez que acusó a los militantes del Partido de agentes de Alemania, desencadenando una represión a gran escala contra los bolcheviques. Los dirigentes que no fueron aprehendidos y encarcelados debieron ocultarse en la clandestinidad, siendo Lenin uno de ellos.

En agosto se produce un alzamiento militar contrarrevolucionario encabezado por el general Kornílov, al mando de "batallones de choque" especialmente preparados, que tiene por objetivo reinstaurar el "orden" mediante el derrocamiento del Gobierno Provisional y la aniquilación de los soviets. Acción apoyada por la gran burguesía, la aristocracia y los sectores más conservadores de los partidos, además de contar con el visto bueno de las potencias aliadas que dudaban de la capacidad de Rusia para sostener la guerra.

El 27 de ese mes Kornílov ordena marchar sobre Petrogrado, y ello provoca una intensa reacción de las unidades militares fieles al Soviet, asimismo, las organizaciones obreras crean batallones armados y se suman a estos. Ante el peligro, el gobierno decide unirse al Soviet, y Kornílov es derrotado sin que pueda penetrar en Petrogrado.

Las masas reclamarán medidas enérgicas para salvar a la revolución y la concreción del programa popular. Pero, sobre todo, exigen de manera cada vez más enérgica que se concrete la consigna del Partido Bolchevique: todo el poder debe pasar a los soviets. Su influencia en ellos y en el ejército fue creciendo a medida que se oponían radicalmente a la continuación de la guerra y promovían la conquista del poder por parte de trabajadores, campesinos pobres y soldados.

Los bolcheviques

El grupo Menchevique estaba convencido de que la etapa abierta en febrero, con la caída del zarismo, implicaba una República democrática dirigida por la Burguesía, que debía ampliar los derechos políticos para luego de un plazo más o menos largo transitar hacia el socialismo. Por tanto, el papel de la clase obrera y los campesinos era respaldar la política del Gobierno Provisional, incluso en la continuidad de la guerra, a la que caracterizaban de "defensiva" contra la Alemania imperial del Kaiser. El Partido Socialrevolucionario sostenía que la "comunidad agraria" de campesinos rusos eran el germen de un socialismo, al cual no se llegaría a través de los males de la etapa capitalista, y por tanto propugnaban que el centro de la transformación social se afincaba en el reparto de tierras. Sin embargo, consideraban que aún no estaban dadas las condiciones para poner en práctica su programa, y que debían atravesar un periodo sin tiempo fijo donde fuera la burguesía que dirigiera y estableciera un sistema democrático de tipo occidental.

Mientras los mencheviques y socialrevolucionarios se mantuvieron incondicionales en su apoyo al Gobierno Provisional, y a partir de los últimos meses previo a octubre representantes suyos pasaron a integrarlo directamente, los bolcheviques tuvieron una posición inicial de “apoyo crítico” frente a las fuerzas conservadoras, aunque veían la caída del zarismo como una “primera etapa en el camino hacia la victoria completa de la revolución social, hacia el triunfo pleno de la clase obrera”, tal como decía su periódico central, Pravda (La verdad).En abril la llegada desde el exilio de su máximo dirigente abrió un profundo debate sobre los caminos a seguir por los bolcheviques, ya que desde su perspectiva estaban dadas las condiciones para que los obreros, en alianza con los campesinos pobres, condujeran a Rusia hacia una Revolución Socialista.

Convencido de la certeza de las resoluciones de la II Internacional respecto a que la Gran Guerra, a la que calificaba de imperialista, debía ser aprovechada para la insurrección revolucionaria, entendía que el Partido Bolchevique debía ser la firme vanguardia que unificara las masas populares en torno a la decisión de que los soviets se adueñaran del poder desplazando al Gobierno Provisional.

Hasta el levantamiento de Kornilov, el Partido Bolchevique definía que era posible terminar con la dualidad de poderes en forma pacífica debido a que los soviets eran una fuerza poderosa y el Gobierno Provisional no podía eliminarlos.

Luego de las acciones represivas de julio, y de la llamada “korniloviada”, Lenin intentará convencer a la dirigencia bolchevique de que se impone la conquista armada del Poder para asegurar que el mismo fuera asumido por los soviets.

Guiados por el acertado análisis de Lenin respecto a que no había más espacio para otra alternativa que no fuera preparar la insurrección en las condiciones en que se estaba desarrollando situación, el Partido Bolchevique fue expandiendo su influencia en las masas, y eso se reflejó en la composición de los principales soviets luego en el II Congreso de Todos los Soviets. Según expresaba el periódico del Partido Rabochi put (Camino Obrero)

el aumento de nuestra influencia se opera entre las más amplias masas democráticas de obreros y soldados. Nuestros corresponsales comunican que la palabra “bolchevique”, que en las primeras semanas después de los sucesos de julio era algo que asustaba a las masas incultas, ahora se ha hecho sinónimo de revolucionario decidido. Y no hay ningún partido que tenga tanto peso como el nuestro.

La burguesía y los terratenientes habían mostrado que iban a resistir violentamente a la revolución socialista. Incluso, que preferían la invasión alemana para mantener el “orden”. Así lo relata John Reed, periodista que recogió sus vivencias acerca de la Revolución en “Diez días que conmovieron al mundo”:

El 15 de octubre me entrevisté con el gran capitalista Stepan Gueorguievitch Lianosov,  el  «Rockefeller»  ruso.     La revolución   -me dijo- es una enfermedad. Más pronto o más tarde, tendrán que intervenir las potencias extranjeras, como se interviene a un niño enfermo para curarlo o ayudarlo a caminar. Evidentemente, no será éste el mejor remedio quizá, pero hay que comprender que las naciones no pueden permanecer indiferentes ante el peligro bolchevique y la propagación de ideas tan contagiosas como la de la «dictadura del proletariado» o la de la «revolución mundial»... Hay una sola posibilidad de que esta intervención no se haga inevitable. En los transportes reina la desorganización, cierran las fábricas y los alemanes avanzan: acaso el hambre y la derrota devuelvan al pueblo ruso la razón...Con particular energía me expresó el señor Lianosov su convicción de que jamás los comerciantes e industriales, ocurriera lo que ocurriese, transigirían con la existencia de los Comités de fábricas ni concederían a los obreros participación en la dirección de las industrias.

La insurrección

A mediados de octubre la mayoría del Comité Central del Partido Bolchevique aprobó el punto de vista de Lenin, apoyado entre otros por Lev Davídovich Bronstein (Trotsky) y respaldado por una amplia concurrencia de obreros y soldados que observaban los debates. Se fijó para el 25 de octubre (7 de noviembre) el comienzo de la insurrección, esta fue preparada siguiendo las enseñanzas de la fracasada Revolución de 1905: ofensiva permanente y sin claudicaciones ante los detentadores del poder.

La decisión se basaba en que la reunión del 26 de octubre (8 de noviembre) del II Congreso de Soviets de Obreros y Soldados de toda Rusia, iba a expresar la nueva correlación de fuerzas: los bolcheviques se habían convertido en mayoría, especialmente en el Soviet más importante, el de Petrogrado. Esto se debía a que expresaban cabalmente los anhelos de las masas, y no habían claudicado ante las tareas de la etapa. Pero además respondían a los bolcheviques la mayoría de las unidades militares del frente y de la retaguardia en torno a Petrogrado.

Lejos de concretar la paz, de acceder a la tierra, de solucionar el hambre y la carestía de precios, el Gobierno Provisional ya no contará con ningún apoyo popular, por lo que, salvo algunos batallones de cadetes y oficiales, no podrá contener la insurrección armada. Casi sin ningún combate serio se producirá, el régimen caerá “como una fruta madura”, según la expresión de un testigo de la época.

Las primeras medidas de la Revolución

Un testimonio describe la sesión del II Congreso de todos los Soviets.

Eran las ocho y cuarenta exactamente cuando una tempestad de aclamaciones anunció la entrada del Buró, con Lenin, el gran Lenin.

Era hombre de baja estatura, fornido, la gran cabeza redonda y calva hundida en los hombros, ojos pequeños, nariz roma, boca grande y generosa, el mentón pesado. Estaba completamente afeitado, pero ya su barba, tan conocida antaño, y que ahora sería eterna, comenzaba a erizar sus facciones. Su chaqueta estaba raída, los pantalones eran demasiado largos para él. Aunque no se prestaba mucho, físicamente, para ser el ídolo de las multitudes, fue querido y venerado como pocos jefes en el curso de la historia. Un extraño jefe popular, que lo era solamente por la potencia del espíritu. Intransigente y frío, sin ninguna particularidad pintoresca, pero con el poder de explicar ideas profundas en términos sencillos, de analizar concretamente las situaciones, y dueño de la mayor audacia intelectual.

Se concedió la palabra al orador del Bund (partido socialista judío): la actitud intransigente de los bolcheviques significaba el aplastamiento de la revolución; por lo tanto, los delegados del Bund se veían en la obligación de no seguir participando en el Congreso. Gritos en la sala: "Pensábamos que os habíais marchado desde ayer. ¿Cuántas veces contáis marcharos todavía de ese modo?" 

En seguida, le tocó el turno al representante de los mencheviques internacionalistas. "Cómo, ¿todavía estáis aquí?" le gritaron. El orador explicó que solamente parte de los menchenviques internacionalistas había abandonado el Congreso; los otros habían decidido quedarse. —Nosotros estimamos peligrosa, quizá incluso fatal para la revolución, la entrega del poder a los soviets (Interrupciones.) Pero consideramos que es nuestro deber permanecer en el Congreso y votar en contra. Siguieron otros oradores, aparentemente sin orden ni concierto. Un delegado de los mineros de la cuenca del Donetz pidió al Congreso que tomara medidas contra Kaledin, quien podía cortar el aprovisionamiento de carbón y víveres de la capital. Varios soldados, recién llegados del frente, transmitieron el entusiasta saludo de sus regimientos...

Cuando Lenin decidió intervenir

"se puso en pie. Manteniéndose en el borde de la tribuna, paseó sobre los asistentes sus ojillos semicerrados, aparentemente insensible a la inmensa ovación, que se prolongó durante varios minutos. Cuando ésta hubo terminado, dijo simplemente: 

-Ahora procederemos a la edificación del orden socialista. Nuevamente se produjo en la sala un fuerte rugido humano. —En primer lugar, es preciso adoptar medidas prácticas para la consecución de la paz. Ofreceremos la paz a todos los pueblos de los países beligerantes a base de las condiciones soviéticas: nada de anexiones, nada de indemnizaciones, derecho de los pueblos a determinar su propia existencia. Al mismo tiempo, de acuerdo con lo que hemos prometido, haremos públicos y denunciaremos todos los tratados secretos... La cuestión de la guerra y la paz es tan clara que creo poder dar lectura, sin más preámbulo, a un proyecto de proclama a los pueblos de todos los países beligerantes:

Proclama a los pueblos y los gobiernos de todos los países beligerantes (extractos).

El Gobierno obrero y campesino instituido por la revolución del 24-25 de octubre (6-7 de noviembre) y apoyándose en los Soviets de Diputados obreros, soldados y campesinos, propone a todos los pueblos en guerra y a sus gobiernos entablar inmediatamente conversaciones con vistas a una paz democrática y equitativa. El Gobierno considera como una paz equitativa o democrática, tal como la desea la inmensa mayoría de los obreros y las clases trabajadoras agotadas, abrumadas y martirizadas por la guerra en todos los países beligerantes -paz que los obreros y los campesinos rusos han reclamado de la manera más categórica y tenaz desde el derrocamiento de la monarquía zarista-, una paz inmediata sin anexiones (es decir, sin conquistas de territorios extranjeros, sin la incorporación violenta de pueblos extranjeros por la fuerza) ni indemnizaciones. He aquí la paz que el Gobierno de Rusia propone a todos los pueblos en guerra concertar inmediatamente. El Gobierno de Rusia se declara dispuesto a dar sin demora todos los pasos conducentes a la ratificación definitiva de todas las condiciones de esta paz, por las asambleas autorizadas de los representantes populares de todos los países y todas las naciones.

El Gobierno estima que continuar esta guerra para dilucidar la cuestión de saber cómo dividir entre las naciones fuertes y ricas los pueblos débiles conquistados por ella, sería cometer el más grande de los crímenes contra la humanidad, y proclama solemnemente su voluntad de firmar inmediatamente un tratado de paz que haga cesar esta guerra en las condiciones indicadas, igualmente equitativas para todos los pueblos sin excepción.


Decreto sobre la tierra

A continuación le tocó el turno al decreto sobre la tierra. Los bolcheviques sabían que sin el apoyo campesino la revolución socialista tenía pocas chances de triunfar, por lo tanto, era imprescindible pronunciarse sobre la propiedad de la tierra sin demoras. 

Lenin leyó la propuesta:

1. La gran propiedad sobre el suelo se declara inmediatamente abolida, sin ninguna indemnización.

2. Las fincas de los terratenientes, al igual que todas las tierras de la Corona, los conventos, la Iglesia, con todos sus ganados y aperos, sus edificios y todas sus dependencias, pasan a depender de los comités agrarios comarcales y de los Soviets de Diputados campesinos de distrito, hasta que la cuestión sea reglamentada por la Asamblea Constituyente.

3. Todo detrimento causado a los bienes confiscados, que de ahora en adelante pertenecen a todo el pueblo, se proclama como delito grave, que castigarán los tribunales revolucionarios. Los Soviets de los diputados campesinos adoptarán todas las medidas necesarias para hacer observar un orden riguroso durante la confiscación de las fincas de los grandes terratenientes, determinar la extensión de los terrenos sujetos a confiscación y designarlos exactamente, levantar un inventario estricto de todos los bienes confiscados y asegurar la rigurosa salvaguarda revolucionaria de todas las explotaciones agrícolas, construcciones, aperos, ganado, provisiones, etc., que pasan a manos del pueblo.

4. El mandato imperativo campesino adjunto a este decreto, con arreglo al texto fijado por la redacción de Izvestia del Soviet de diputados campesinos de Rusia, basado en 242 mandatos campesinos locales, y publica-do en su número 88 (Petrogrado, núm. 88, 19 de agosto de 1917), deberá servir de guía en todas partes a la realización de las grandes transformaciones agrarias, hasta que la Asamblea Constituyente decida en última instancia.

5. No serán confiscadas las tierras de los simples campesinos y de los simples cosacos.


La primera revolución socialista había comenzado, plagada de heroísmo, llevando a millones de seres humanos al desarrollo material y espiritual, generando la esperanza a nivel planetario de que era posible terminar con la explotación, el hambre y el atraso, asumiendo el peso principal en el combate en nombre de la humanidad contra el nazi-fascismo con sus 20 millones de muertos, liderando el desarrollo científico y ayudando a numerosos pueblos en su liberación. Al mismo tiempo, cometiendo numerosos errores y deformaciones que, junto a la agresión del imperialismo, desembocó en la derrota de la experiencia socialista.

No renegamos de nada de ello, sería de una cobardía canallesca, como Partido Comunista que cumple 100 años somos hijos de la Gran Revolución Socialista de Octubre; pero también como ella, hundimos nuestras raíces en nuestra patria, en lo mejor de sus conquistas democráticas, de las que somos protagonistas.

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*Profesor de Historia (IPA)

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